Autor: admin

Todo fue oscuridad

Ha sucedido en París, empero me temo que podría haber ocurrido en cualquier lugar de este vasto planeta; en cualquiera de esas multitudinarias, bulliciosas y populares ciudades habitadas en casi todos los casos por millones de almas. ¿Almas?

Pero, como decía, ha sido en París, la ciudad de la luz, que cuando se produjo el hecho debía estar sumida en la más profundas de las oscuridades. A pesar de que tan solo eran poco más de las nueve de la noche.

René Robert, fotógrafo enamorado toda su vida del flamenco, al que le dio impulso a su modo fotografiando a figuras como Camarón o Paco de Lucia, entre muchos otros. Una vida entre bambalinas y búsqueda de recursos de luz, de ángulos, para regalarnos su arte. Así hasta los 84 años.

Y fue hace tan solo unos días cuando en un mal tropiezo cayo de bruces en el suelo. En una tarde-noche de gélido frío parisino. Más frío que nunca. Y ahí estuvo, inmóvil, como cualquiera de sus muchas instantáneas, sin que nadie se molestase en preguntarle que le sucedía. La gente miraba insensible el momento y continuaba su camino. Hasta las seis y media de la madrugada. Tuvo que ser un mendigo, un indigente, un hombre de la calle, el que acudiese en su auxilio. Pero ya era tarde. El frío suelo de cualquier calle anónima se lo llevó por delante. O quizás la inacción de la cantidad de gente que pasó por su lado y no se molestó en saber que le podía haber ocurrido a aquel hombre. Ahí, tirado en la acera.

Y París perdió la luz. Todo fue oscuridad. Pero por desgracia ya es agua pasada…

JL Pinto

Y nos volvimos a equivocar.

Ya han transcurrido casi dos años desde que comenzamos a vivir la distopia en que se convirtió nuestras vidas con la aparición de la COVID 19.

Mascarillas, confinamiento, aislamientos, contagios , sufrimiento…muertes. Visto desde esa perspectiva fatídica ha sido todo un horror. La verdad es que no soy capaz de verlo de ninguna otra manera.

A todo lo anterior hay que sumar paro, empresas cerradas, colectivos sanitarios al borde de la desesperación ; educadores con aulas vacías o cerradas enseñando, o al menos intentándolo, a distancia; políticos improvisando y en muchas ocasiones contando medias verdades, cuando no, directamente mintiendo…. Y un largo etcétera de situaciones dantescas.

Dada la incontrolable – incontrolada – situación, y para insuflarnos una especie de corriente de aire fresco, nos decían y nos repetíamos – posiblemente abandonados a la esperanza, cualquier esperanza aunque fuese efímera- , que está era una gran oportunidad para hacernos mejores; una oportunidad para cambiar y equilibrar muchas desigualdades ; una oportunidad para….. y así todo el tiempo.Ahora que ya no estamos confinados, que cada día hay menos fallecidos , que comenzamos a relajar las medidas de seguridad.

¿Qué ha sucedido? Veamos si hemos aprovechado esa cacareada «gran oportunidad» de salir reforzados de este desastre. Y lo hago en base a unas preguntas que considero básicas:

¿Hemos mejorado ostensiblemente nuestro sistemas sanitario?¿Los mensajes, los comunicados de todo tipo, ¿ nos llegan ahora de manera clara, determinante, sin dar lugar a ningún tipo de dudas o interpretaciones?¿Nuestra clase política ha dejado sus banales enfrentamientos y se han puesto a trabajar todos a una para salvarnos, o al menos intentarlo?¿ Se ha vacunado con equidad a toda la población de esta aldea llamada tierra, única forma de lograr derrotar al virus?

Si este breve test – podría ser mucho más extenso- ha arrojado respuestas positivas, estamos en el camino. Si no ha sido así, algo que me temo, lamentablemente hemos perdido esa » gran oportunidad «, y nos hemos vuelto a equivocar.

Esto es lo que hay y todo lo demás son monsergas.

JL Pinto

Siempre nos quedará el amor

La historia que les voy a narrar es tan real como la sensación agridulce que sentí cuando la conocí hace tan solo unos días. Una sencilla historia de amor, casi de rescate a la vida se podría decir, protagonizada por dos ancianos. Ella, Carla Sacchi, q.e.p.d., él, Stefano Bozzini,- cual Romeo en el siglo XXI- y el Covid 19, como no, entre ambos. Llevaban toda una vida juntos. Mas de cincuenta años casados y mil avatares compartidos. Ella cayó gravemente enferma y como viene siendo habitual en el proceso de esta maldita enfermedad, ambos quedaron aislados: Carla en una cama de hospital y él en su casa.

No podía ser. Él sin ella no era nada, y ella lo necesitaba a él. Stefano lo presentía, lo sabía. Una tarde decidió coger su viejo acordeón, ese que tocaba tantas tardes en casa y al que Carla seguía fiel como una parte más de su vida, y se dirigió al hospital de Piacenza donde se encontraba ingresada.

Allí, sentado en un gastado banco, regalaba unos conciertos que se colaban a través de las ventanas de tantos y tantos enfermos, entre ellos Carla. Conforme los día pasaban Carla fue mejorando hasta el día en que pudo asomarse a la ventana de su habitación para enviar un saludo a su marido. Otra vez Julieta y Romeo. El milagro de la ilusión y del amor estaba servido.

Unos días después a Carla, para alegría de todos, le fue dada el alta en el hospital.

Lamentablemente la mejoría fue un espejismo y varios días después fallecía.

Claro que este es un final triste de una historia que podría haber sido de cuento de hadas, pero a Carla le llegó la hora de su descanso y a Stefano, a parte de la inevitable soledad, el amor que a uno se le antoja inquebrantable. Imperecedero. Siempre quedará el amor.

JL Pinto

Luto en los anaqueles.

Andaba uno despistado, casi atrapado en la somnolencia, envuelto en el mundo onírico por el que me dejo llevar en exceso – dicen que es el mal del escritor – cuando note un bulle-bulle, un ligero alboroto que poco a poco fue a más y que me bajó de las domésticas nubes.

Era de madrugada. Me sobresalté un tanto y comencé a otear por toda la casa. Al principio eran ligeros murmullos, apenas perceptibles,pero que, conforme mis sentidos se alertaban, comencé a distinguir ciertos bisbiseos de conversaciones casi clandestinas y algunos llantos irreprimibles. ¡Eran mis casi mil volúmenes, esos que para desesperación de algunos, abarrotan estantes y superficies inimaginables!

¿Qué pasa? ¿A qué tanto alboroto?, pregunté sin preguntar, ellos ya me comprenden sin hablar. Y me quedó el corazón helado, como una de sus grandes obras: ha muerto Almudena Grandes, una revolucionaria de las letras.

Y las discusiones por lo bajo – aquellos bisbiseos que comentaba antes – eran provocados por las discusiones de los autores representados en mis anaqueles literarios; de los que estaban en contra o a favor de su pensamiento. Perdidos en una controversia tan inútil como estúpida. Seguramente, en el fondo, llevados por el dolor que les atenazaba ante tan lamentable pérdida.

¡Basta ya! No tuve más remedio que gritar. No os podéis quedar en algo tan simple como era su ideario. Mirad como se abrazan en aquella estantería, consolándose solitarias sus grandes obras: Las edades de Lulú , que atrevimiento, que gozada, era solo el principio. Malena es un nombre de tango, El corazón helado, Te llamaré viernes, las tres bodas de Manolita, Los besos en el pan..Etcétera,etcétera… Y todo lo que queda guardado en su mente, para la eternidad.

Es momentos para lamentos, y hasta para críticas, si es eso lo que os reconforta, pero después, justo después, el de repasar su prolífica, magnifica y comprometida obra.

Descanse en paz. Hasta siempre mi querida soñadora.

JL Pinto

Zuckerberg y el metaverso.

Si no lo conocen, muy pronto va a comenzar a hacerse muy familiar el termino “metaverso”, que no es otra cosa que -descrito de una manera muy simplificada- la reproducción de la ficción en tres dimensiones.

Dice el señor Zuckerberg, a la sazón propietario de Facebook, que el futuro de esta nueva realidad virtual es inmediato, que ya está aquí. Internet tal y como lo conocemos pasará a mejor vida.

La imagen inmersiva -puesto que nos obligará a pensar de otra manera-, o nuestro inmersión en la ficción y más tarde en la tele realidad a través de la imagen, va a ser un hecho y debemos de estar preparados. No nos queda otra.

Esto mismo que acabo de narrar lo viví ayer mismo comentado en “modo coloquial”, entre dos buenas amigas y vecinas. Este es el relato:

-Niña, ¿has visto en la tele eso de que vamos a ver las cosas en tres dimensiones?

-¡Anda, si para eso ya tiene unas gafas mi Javi! Desde hace tiempo. Está todo el día en otros mundos. Estudiar poquito, pero vivir en otra dimensión, como me dice él, eso sí. Menuda perdida de tiempo.

-No, yo creo que eso de las gafas de tu Javi es otra cosa. Esto es que te pones a ver la tele, o algo así, la verdad es que no me he enterado muy bien, y los personajes se te meten en el salón.

-¡Anda ya! Eso no lo quiero yo. Lo único que me hacía falta. Ahora a limpiar más. Todo lo que inventan es para darnos más trabajo.

-Eso digo yo. No veas como se me queda la casa cuando se va mi Mari con los niños, como para que ahora llegue esto. Lo que me hacía falta es que se me llenara el salón de gente.

– Y que habrá que tenerlo presentable. Que una puede protestar todo lo que quiera, pero a curiosa no hay quien me gane.

-Pues cuando mi Paco se ponga con el fútbol imagina como se va a quedar todo. No, que tendrá que limpiarlo él. Ayudarme me ayuda, que todo hay que decirlo, pero si ahora se nos va a llenar la casa de futbolistas, eso va a ser una locura.

-Sshh, escucha,

Aquí tuve que aguzar el oído ya que bajaron ostensiblemente el tono de voz.

-Que digo yo que habrá que estar arreglada y tenerlo todo como los chorros del oro cuando aparezca George Clooney, jajajaja.

-¡Es verdad! Aunque yo soy más de Brad Pitt. Oye, ¿y se les podrá tocar?

-No creo, ¡ojalá! Aunque fuese solo un poquito. Menudo el Clooney. Me tomaría con él todo el café del mundo. Jajajaja.

La conversación se interrumpió cuando apareció Paco con una caja de chirimoyas bajo el brazo– estamos en temporada.

-¿Qué hacéis niñas? Os noto muy revoltosas.

-Nada. Hablando de la casa. ¡Lo que ensucian estos niños!….

¡Ay Zuckerberg! La que vas a liar sin saberlo.

JL Pinto

El juego del calamar.

Andan estos días las aguas revueltas por mor de una serie de televisión que está, como se dice coloquialmente, “arrasando” en nuestro chamuscado planeta: “El juego del calamar”.

Servidor también ha sentido la curiosidad de conocer el contenido y mas tarde el desarrollo de la citada serie – es la única manera que conozco de opinar, la de conocer los hechos por unos mismo – y debo reconocer que no me ha resultado indiferente. Todo lo contrario.

Pero nada más lejos de mi intención el hacer crítica o valoración de la misma. Ahora bien, recomiendo a los papás y mamás que no la han visto, pero que sin embargo si han permitido que lo hagan sus hijos – imagino que por desconocer el contenido de la misma – que hagan examen de conciencia y sobre todo rectifiquen de inmediato.

¿Que por qué digo esto? Muy fácil.

Andan numerosos directores y profesores de colegios bastante preocupados al observar que los juegos de la citada serie comienzan a practicarse durante los recreos – imagino que en modo adaptado ya que lo contrario lo veo a todas luces imposible -, lo que significa que, efectivamente, los niños la han visto o la están viendo. Y ahí es donde radica el problema.

La serie no llegar a ser una distopia, – mas que nada porque una distopia te enseña a rectificar en el presente para no padecer el futuro demoledor que te suele mostrar – ya que esta serie, a parte de mucha paranoia y mucha violencia no te enseña nada útil para la vida. Y por supuesto mucho menos a un niño que con toda seguridad se va a quedar en lo primario: matar en primera persona o ver morir a sus semejantes.

Violencia, de las formas mas inimaginables, desde el primero hasta el último capitulo, para dejarnos, al menos a mi, una sensación de frustración que aún me dura. Menos mal que no deja de ser una ficción,

Si grandes filósofos y luchadores contra la violencia como Ghandi, Luther King, Asimov, Nouwen, Sarte, Rousseau y un larguísimo etcétera, visionasen esta cinta, quedarían tan perplejos como desilusionados.

Solo se trata de espectáculo y distracción, lo sé, pero es nuestra obligación conocer su contenido para proteger a los niños. O algún día lo jugaran, pero de verdad.

JL Pinto

Que gobierne Messi.

Andan un tanto soliviantados estos días los amables y siempre acogedores vecinos de Ronda. Algunos bastante enfadados. El motivo: la actitud de sus representantes políticos. Y a lo que se ve, no hay color político que se salve.

Resulta que han celebrado un pleno, como es de rigor hacer mensualmente, para aportar ideas, debatirlas, moderar debates y alcanzar conclusiones, o sea, para lo que han sido elegidos. Hasta ahí nada especial. La polémica surge cuando dicho pleno dura menos de cuatro minutos. Lectura de los puntos y…. todos a casita.

Ahí es donde no se le ve color al asunto, y mucho menos a los 3.600 € (sic) que le ha costado al erario. Por menos de cuatro minutos de presencia de sus señorías.

Sí, ya sé, ahora ha durado menos de cuatro minutos, pero cuando duras horas y horas ¿qué? . Pues nada, que va en el sueldo, lo mismo que en esta ocasión. Pero no deja de ser un tanto vergonzante.

Que digo yo, por aportar una idea, que no todo va a ser criticar y hacer demagogia barata ( de eso se me acusa a veces), que puestos a tener que pagar ese dinero, podrían fichar a Leo Messi. Su tarifa por minuto anda por esas cifras, y no me digan ustedes que no sería genial para la ciudad del Tajo vender camisetas en todo el mundo con el numero “1”, de Ronda no del astro argentino, por supuesto, y el nombre de Messi debajo. Como churros se venderían.

Y por las consecuencias de un pleno con el astro argentino no se preocupen, seguramente daría el mismo resultado que el celebrado por su señorías hace unos días: cero patatero.

Pero vamos, visto lo visto, ¡ que gobierne Messi!

JL Pinto

Haití y la no feria.

La vi ayer por televisión. Sentada sobre los restos de un muro de piedra que era lo que quedaba de su casa. Por su actitud y su pose podría haber estado sentada igualmente sobre un nido de serpientes: nada le afectaba.

Su cara mostraba claramente el mapa de sus muchos años, y su mirada, perdida en un punto indeterminado, se revelaba indiferente a todo cuanto la rodeaba: ruinas, miseria y muerte por todos lados.

Otro terremoto acababa de destruir su ciudad.

Me quise imaginar a esa mujer siendo alguna vez niña, ojalá no me equivocase. Corriendo ágil, jugando, ¡riendo! ¡siendo alguna vez feliz!

El rostro que nos mostraba las imágenes era el de una persona que hacía mucho, mucho, que no reía. Es lo que tiene haber nacido en Haití. Un lugar que parece olvidado por los humanos…y por los mismísimos dioses.

Uno de los países mas pobres del mundo que suspira cada día porque no le azote una nueva desgracia. Cuando no es un terremoto es un devastador huracán, o un ciclón, o un….

Nunca se ha repuesto de un drama cuando ya está inmerso en otro. La ayuda internacional nunca se hace esperar, pero lamentablemente sirve de poco. Entre lo seguido de las desgracias naturales, que como buitres hambrientos la atacan una y otra vez, el “extravío” continuado de gran parte de los fondos y ayudas que reciben – esa es otra de las grandes desgracias de ese pequeño país: la panda de sinvergüenzas que pululan en las sombras – y lo precario de sus estructuras y de sus servicios, el drama está servido.

Cuando uno ve estas cosas se pregunta lo injusto de la vida según el lugar donde hayas nacido.

Sin lugar a dudas esa señora se cambiaría, sin pensarlo un solo segundo, por estar sentada en el cómodo sillón de mi casa, sin nada más que lamentar la faena que supone estar otro año más sin “feria de agosto”. ¡Qué cosas!

JL Pinto

Pelillos a la mar.

“¡Uf, qué calor!”, es la expresión mas escuchada en lo que va de verano, bueno, esa y “ a ver si se va el “bicho” de una vez” –referido al Covid 19–. Lo del Covid, a lo que se ve, para largo, por lo que habrá que tener paciencia.

Lo del calor también, pero buscamos formulas para intentar aliviarlo, y como tenemos la suerte de vivir en Málaga, con un mar que nos baña, espléndido y azul, ¿azul? , tenemos la oportunidad ( bajo la responsabilidad de cada cual) de darnos refrescantes baños.

Igual me han captado la ironía sobre el color de nuestro mar, pero es que no deja de ser un espejismo. Al menos en la playa que tengo justo delante de mi casa: “La Misericordia”. En esta playa se produce cada día el “milagro camaleónico” del cambio de color del agua, que de pronto esta más o menos transparente, como que se enturbia y, por un efecto gaseoso desconocido, comienzan a aparecer burbujas sobre una capa de nata grisácea.

¡Que nadie se alarme! Ya lo vienen diciendo hace unos años nuestros responsables políticos y hace unos días hasta un eminente profesor de nuestra universidad: “Esas natas no lo son tal, son espumas flotantes de las arcillas que se han ido limpiando de las arenas…y las aguas están en perfecto estado…”

¡Ah!, pues entonces ya está, podemos estar tranquilos.

Que el agua unas veces está gris y otras de color marrón, nada, eso es absolutamente normal; “abanico de colores”, como las patas del toro enamorado de la luna.

Que uno pisa a determinadas horas el fondo del mar –sobre todo a media mañana– y nota una sensación cuanto menos que extraña, también es normal. El problema es cuando te agachas y compruebas lo que has pisado te dan verdaderas náuseas: es una compresa, o un pañal, o…cualquier otra porquería.

Que las natas no son tal, en eso estoy de acuerdo. Porque los “sólidos” que se ven muchas veces flotando, justo a resto fecales semi descompuestos y mal olientes, no tienen nada de nata, o en todo caso sería “nata montada”.

Continuamos arrojando residuos al mar y eso nadie lo puede negar, –circula por las redes sociales un video grabado hace tan solo unos días por unos aficionados al “paddle surf” donde se puede apreciar el descomunal vaciado de aguas fecales a no muy larga distancia de la orilla. Y esas no son espumas flotantes de arcilla–.

Señores responsables de este asunto, si no se hace por los habitantes de esta maravillosa ciudad, por lo menos pensemos en los turistas que nos visitan, esos que son “nuestra primera fuente de ingresos”. Antes solo iban a las playas de la costa, pero en la actualidad, para nuestra suerte, ya se les ve en las playas de nuestra ciudad, y a uno le da pena,penita, pena. A parte de vergüenza.

Espero no haber molestado a nadie, y si fuese así, “pelillos a la mar”, total por un poco más de porquería no pasa nada.

JL Pinto

Mucha gracia y mucho sol.

A pesar de la canícula que tenemos hoy por estas tierras, o quizás precisamente por ello, por el calentamiento global que me invade, me he decidido a escribir estas líneas.

Denuncian los abogados andaluces que se les revise las retribuciones en sus asistencias en los turnos de oficio. Que dicen que ya está bien. ¿Tienen razón o es pedir por pedir?

Yo se los digo, pues un simple dato es relevante: los de aquí cobran una media 106 € por asistencia, y en el norte de nuestro país es de 312€. Mucha diferencia ¿no?

Estamos hablando dentro de un mismo territorio, quiero decir que no estamos comparando los nuestros con los de otro país europeo, aunque me temo que ahí también perderíamos por goleada.

Esto me rescata de la memoria las discusiones que en la década de los ochenta del pasado siglo mantenía un servidor con mis compañeros del norte de empresa donde trabajaba. Nunca entendí, insisto, que trabajando en una misma empresa, los compañeros de “allá arriba” cobrasen al menos un 30% más que nosotros, “los de abajo”. Y cuando, de manera vehemente defendía ante ellos que trabajábamos las mismas horas, conseguíamos parecidos logros comerciales, etcétera, a falta de argumentos me decían, muy en serio, “ pero allí sois mas graciosos y tenéis mas sol” y daban por zanjada la discusión.

Han pasado casi cinco décadas y observo que continuamos igual. No sé si es cosa de la economía, de la política o de las dos cosas. Solo espero de todo corazón que el argumento no continúe siendo el mismo, porque gracia, la normal, pero sol, nada más que hay que mirar el termómetro.

Ah! ante la posible pregunta que se puedan estar haciendo, sí , tengo familiares abogados y, sí, tengo muchos amigos que lo son. Por ellos he roto esta lanza el día más caluroso de lo que va de año. Que ya está bien.

Ya sabéis, me debéis una caña de vuestro próximo turno de oficio. Tampoco da para mucho más.

JL Pinto

Scroll hacia arriba