Pelillos a la mar.

“¡Uf, qué calor!”, es la expresión mas escuchada en lo que va de verano, bueno, esa y “ a ver si se va el “bicho” de una vez” –referido al Covid 19–. Lo del Covid, a lo que se ve, para largo, por lo que habrá que tener paciencia.

Lo del calor también, pero buscamos formulas para intentar aliviarlo, y como tenemos la suerte de vivir en Málaga, con un mar que nos baña, espléndido y azul, ¿azul? , tenemos la oportunidad ( bajo la responsabilidad de cada cual) de darnos refrescantes baños.

Igual me han captado la ironía sobre el color de nuestro mar, pero es que no deja de ser un espejismo. Al menos en la playa que tengo justo delante de mi casa: “La Misericordia”. En esta playa se produce cada día el “milagro camaleónico” del cambio de color del agua, que de pronto esta más o menos transparente, como que se enturbia y, por un efecto gaseoso desconocido, comienzan a aparecer burbujas sobre una capa de nata grisácea.

¡Que nadie se alarme! Ya lo vienen diciendo hace unos años nuestros responsables políticos y hace unos días hasta un eminente profesor de nuestra universidad: “Esas natas no lo son tal, son espumas flotantes de las arcillas que se han ido limpiando de las arenas…y las aguas están en perfecto estado…”

¡Ah!, pues entonces ya está, podemos estar tranquilos.

Que el agua unas veces está gris y otras de color marrón, nada, eso es absolutamente normal; “abanico de colores”, como las patas del toro enamorado de la luna.

Que uno pisa a determinadas horas el fondo del mar –sobre todo a media mañana– y nota una sensación cuanto menos que extraña, también es normal. El problema es cuando te agachas y compruebas lo que has pisado te dan verdaderas náuseas: es una compresa, o un pañal, o…cualquier otra porquería.

Que las natas no son tal, en eso estoy de acuerdo. Porque los “sólidos” que se ven muchas veces flotando, justo a resto fecales semi descompuestos y mal olientes, no tienen nada de nata, o en todo caso sería “nata montada”.

Continuamos arrojando residuos al mar y eso nadie lo puede negar, –circula por las redes sociales un video grabado hace tan solo unos días por unos aficionados al “paddle surf” donde se puede apreciar el descomunal vaciado de aguas fecales a no muy larga distancia de la orilla. Y esas no son espumas flotantes de arcilla–.

Señores responsables de este asunto, si no se hace por los habitantes de esta maravillosa ciudad, por lo menos pensemos en los turistas que nos visitan, esos que son “nuestra primera fuente de ingresos”. Antes solo iban a las playas de la costa, pero en la actualidad, para nuestra suerte, ya se les ve en las playas de nuestra ciudad, y a uno le da pena,penita, pena. A parte de vergüenza.

Espero no haber molestado a nadie, y si fuese así, “pelillos a la mar”, total por un poco más de porquería no pasa nada.

JL Pinto

Pelillos a la mar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll hacia arriba