… quisiera hacer, una bella canción…Milagro tecnológico contemporáneo que ha logrado que esta mañana me envuelva un halo de nostalgia, de recuerdos que pensaba intemporales que ahora traslado, a través de la música, hasta los años sesenta y que he querido traer hasta estas páginas. Y ahí continua, Spotify, ahora con Concha Velasco…una chica yeye, una chica yeye…
Bendita década de los sesenta. ¿La recordáis? ¡Cuántas cosas interesantes ocurrieron en el mundo! Y nosotros en España con aquellos pelos. Después de décadas de oscuridad comenzaba a asomar “un rayo de sol”, que, aunque la popular canción de Los Diablos atribuía al amor a una moza, a mí siempre me ha dado que tenía ciertas connotaciones políticas. O no.
La canción fue todo un éxito, y mientras la tengo, ahora mismo, sonando en mi reproductor, recuerdo que en esa década, que para nosotros en España comenzaba a ser la salida del oscurantismo, en el mundo sucedían cosas tan importantes como la construcción del Muro de Berlin – no solo ahora se construyen muros, aunque los de ahora por otros motivos, sobre todo por egoísmo– , o el movimiento hippie del amor y no a la guerra que comenzó en Estados Unidos y luego se extendió por todo el planeta.
Aquí apenas nos rozó. En mi barrio a lo más que se llegó era a ver a los más modernos con pantalones de grandes campanas y camisas de flores, cantando en mal inglés el Black is Black de Los Bravos. Pero de ahí no se pasaba. Ni LSD, ni amor libre, ni leches. Cualquiera se pasaba con la novia…Aunque comenzábamos a tener nuestros rebeldes, que uno, aunque pequeño, tenía oído y conocimientos suficientes para escuchar a la vecina reñir a su hija por enésima vez y recordarle que…a las diez en casa.
Bendita década de los sesenta. La crisis de los Misiles; el asesinato de John Fitzgerald Kennedy o el sueño de Martín Luther King, sueño que, a pesar de tanta sangre derramada, aún continúa. Aunque en Estados Unidos se ha avanzado muchísimo en este terreno, todavía continuamos como aquel baile de moda en los sesenta: la yenca. Adelante y atrás…un, dos, tres. Los negros de alguna manera, me da a mí, que tendrán que currárselo siempre. Andando, o corriendo como liebres con los perros de siempre mordiéndoles los talones; o remando con las manos en una patera…pero currándoselo de lo lindo.
O eso o ser capaz de meter inverosímiles canastas de tres puntos, o marcar goles increíbles. O tener la suerte de nacer en un hogar millonario y aprender a conducir como nadie y acabar siendo tres veces, o más, campeón del mundo de fórmula uno. La yenca, menudo baile revolucionario.
El primer vuelo, supersónico, del Concorde, todo un emblema de la década. En España no hacíamos aviones supersónicos, pero ya teníamos televisión y emigrantes. Muchos emigrantes. Como ahora, pero con menos cultura. Hemos cambiado los callos en las manos por los master y títulos universitarios. Algo es algo. Al menos ahora somos pobres con cultura, que no deja de ser una de las más grandes riquezas, la cultura digo.
Me alegra que esta mañana haya comenzado con Marisol…tengo millares de estrellas y tengo la luna y el sol… estando contigo, contigo me siento feliz….
Pues eso, que me siento feliz. De haber vivido esa década ya con algo de uso de razón; de tener la suerte de poder contarlo con una determinada dosis de optimismo y de salud a pesar de los coronavirus y otros “bichitos” traicioneros.
De las siguientes décadas trataré otro día, cuando Spotify me vuelva a despertar esos sueños dormidos.
¡Ay! ¡Qué bien lo que suena ahora! …en la fiesta de Blas, en las fiesta de Blas…
JL Pinto