Vivir como un astronauta…o como el conde Dracula

Recuerdo que cuando era pequeño y el hombre había recién pisado la luna dejando en ella una huella marcada para la posteridad, en mi mente inmaculada e infantil se creó un lugar reservado para el espacio – cielo lo llamaba yo entonces–, que ha permanecido ahí durante toda mi vida.

Siempre me ha fascinado lo que pueda existir en el exterior, mas allá de esa lámina incolora pero normalmente azul a nuestra mirada. Lo mismo que el agua de cualquier mar, que lejos de ser azul nos envía sencillamente un reflejo del techo que los cubre: unas veces de cielo azul y otras de grises y negros de las nubes. Así, con el pensamiento en las nubes, en el espacio, se me fue pasando la vida. Siempre viajando. Unas veces, muchas, de manera real y otras, muchisimas más, con la imaginación.

Y este sentimiento a lo que se ve también se transmite a través del ADN, y ahora me encuentro a mis nietos que, a parte de estar mucho tiempo en las nubes, les gustaría viajar en una de esas naves, en el habitáculo que ocupan los astronautas. Ya hemos jugado en más de una ocasión a fantásticos viajes ínter estelares.

No sé si alguna vez llegarán a ser astronautas o a tener la posibilidad de subir a un cohete como simples pasajeros, cosa que es probable dado los enormes avances tecnológicos, pero si los dos anteriores supuestos fallasen, puede – y espero de todo corazón que esto no le suceda a ellos – que tengan que vivir en una de esas capsulas.

Y es lo que están comenzando a experimentar muchas personas en nuestro país, en Madrid para ser más concretos: ante la falta de viviendas, o la posibilidad de pagar un alquiler razonable – de comprar ni lo menciono – se está poniendo de moda – forzosa– vivir en “capsulas”; o al menos así las denominan.

Por alrededor de 400 euros mensuales usted puede vivir en una de esas nuevas y “acogedoras viviendas” de dos metros por uno – sí, han leído bien, dos metros de largo por una de ancho– . Esto es tan real como la vida misma.

Que digo yo, que mas que cápsula se le podría llamar ataúd, sería más realista. Por aquello de andar enterrado en vida. Claro que con ese nombre sería menos comercial, eso sí es verdad. Y le han puesto “capsula”, como el lugar dónde viajan los cosmonautas, quizá para darle un toque romántico. Poco de romántico puede tener llegar a tu “casa” y que esta sea como el cajón de un frigorífico. Eso sí, de los grandes.

Visto lo visto, voy a ayudar a mi familia todo lo que pueda para que ninguno de mis descendientes tengan que vivir como los astronautas, los cosmonautas…o como el mismísimo conde Dracula.

Jl Pinto

Vivir como un astronauta…o como el conde Dracula

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