Si algo nos está aportando este confinamiento, este enclaustramiento forzoso, es poder apreciar situaciones que por tenerlas asimiladas en el día a día nos pasan desapercibidas. Tengo la suerte de vivir muy cerca del mar y delante de un parque precioso. Ya saben, pájaros, olas del mar, vegetación muy variada, o sea, naturaleza, aunque hasta ahora esa naturaleza me resultase un tanto indiferente.
He descubierto que las gaviotas ya no se detienen en los tejados de las edificios donde reposan como auténticas vigías entre vuelo y vuelo. Ahora se las puede ver, como si de un programa de National Geographic se tratase, en la orilla del mar, su habitat natural. Y resulta todo un espectáculo.
Veo un cielo tan limpio y despejado durante todo el día, que hasta las nubes se ven más bonitas, y un aire que respiro con ansía, quizás provocado por el hecho de que tenga que hacerlo desde mi terraza y no en la calle como me gustaría. Pero un aire en definitiva tan limpio como no se recuerda en décadas.
Puedo oír todas las mañanas , al despuntar los primeros rayos del sol, el trinar, gorgojear y cantar de multitud de pájaros, que hasta ahora no me habían llamado la atención, sencillamente porque no los escuchaba. Extraordinario el cambio que se ha producido en lugar del tumulto, los coches, los cánticos de beodos y otros ruidos humanos, con los que me dormía y me despertaba de manera cotidiana especialmente los fines de semana.
O escuchar claramente el batir de las olas del mar, suave y plácidamente, cuando hasta ahora solo era posible oírlas los días de temporal fuerza cinco, como mínimo.
Todos hemos podido ver en televisión o a través de videos que recibimos en nuestros terminales de teléfono como, dependiendo el lugar del mundo, numerosos animales salvajes, ocupan espacios hasta ahora impensables para nosotros y para ellos mismos.
Jaguares, jabalíes, corzos, lobos, osos, águilas, halcones y un larguísimo etcétera de especies que están ocupando a sus anchas lugares donde normalmente residimos los humanos.
¿Se imaginan que en lugar de estar un par de meses confinados estuviésemos unos cuantos años? Sería de locos, para nosotros y para los animales, aunque por distintos motivos y con diferente desenlace.
Nosotros seguramente acabaríamos locos de atar en el mejor de los casos, y ellos ocupando el espacio natural en el que siempre habían vivido.
Cuando podamos por fin salir de nuevo con cierta normalidad espero que no se nos olvide este confinamiento que estamos padeciendo . Y tampoco que nosotros somos responsables directos de esa otra pandemia que, sin darnos cuenta, venimos provocando desde hace muchos años: la destrucción de la naturaleza. Avisados estamos y en nuestras manos está mitigarlo.
JL Pinto