Ahora que por fin estamos comenzando a “socializar” un poco más con el comienzo de las distintas desescaladas del estado de alarma, y que por lo tanto volvemos a reencontrarnos especialmente con familiares y amigos, nos enfrentamos a una situación un tanto extraña o cuanto menos peculiar: no podemos besar, abrazar, dar la mano, ni realizar cualquier tipo de contacto físico, acciones tan vinculadas a nuestras vidas casi como el respirar, especialmente por estos lares. Y nos está costando lo nuestro. Que es que se nos van las manos, cuando no directamente los brazos a la personas que tenemos en frente.
Unos políticos, creo que fueron ellos los primeros, idearon un peculiar saludo consistente en un original y pulcro roce de codos, pero, permitanme que les diga que desde el primer momento me ha parecido algo bastante extraño y un tanto retorcido, nunca mejor dicho, dada la postura que hay que adoptar.
Los orientales están teniendo menos problema con este asunto ya que ellos tradicionalmente escenifican esos saludos cotidianos uniendo las manos e inclinando la cabeza.
Pero, no, tampoco veo que ese sistema cuadre con nosotros. No nos va eso de perder la mirada de los ojos de la personas a la que saludamos. Descartado pues.
Después de darle muchas vueltas me ha parecido que una forma ideal, y que debo reconocer que ya he puesto en práctica desde hace algún tiempo, es saludar a nuestras personas cercanas y queridas, colocándonos la mano sobre el pecho, a la altura del corazón.
Desde mi punto de vista, ese gesto lo dice todo: aquí te llevo conmigo.
Mañana día 26 de mayo comenzaremos diez días de luto, el oficial, porque de luto llevamos mas de dos meses. Más de 28.000 españoles nos han dejado, entre ellos seguro que algunos muy cercanos a cada uno, cuando no directamente familia o amigos, y otros muchos seres anónimos, a los que a pesar de no conocerles nos han dejado su huella de dolor y vacío y que se han marchado sin esperarlo nadie. Ellos los que menos. Sin despedida.
Mi saludo, ese gesto de la mano en el corazón, también los incluye a todos ellos. Será un homenaje póstumo, personal, que aunque un tanto anónimo, tiene el mismo y sentido valor.
Es mi propuesta: ante la falta de un irreemplazable abrazo, la mano al corazón. Por ellos, por nosotros.
JL Pinto