Que desilusión más grande me llevé ayer. Como uno anda todo el día curioseando a fondo investigando le llaman los doctos-, y soy optimista por naturaleza, resulta que leí un informe que dice que durante el año 2017 nacieron cada día dos multimillonarios nuevos.
Se me cogió un nudo en el estómago. Vamos a ver, mi nieta tiene seis meses y nació el mes de julio del año pasado. Mira que si…no, pero me lo habría dicho mi hija. Por si acaso la llamé y le pregunté si la niña había nacido millonaria. Mi hija, que conoce de mis ironías y segundas intenciones, me respondió que claro que sí, que de hematíes, células y otras cosas pequeñitas con las que nacemos incorporadas a nuestro cuerpo la niña venía sobrada, pero que si era de dinero, ni un euro.
Colgué el teléfono desilusionado y me enfrasque a fondo en la noticia. Claro, esos dos nuevos millonarios que nacieron cada día eran en realidad gente que tenían mucho dinero pero que aún no habían alcanzado esa condición de mil millonari@. De esa manera hemos alcanzado la cifra de 2043 personas con una fortuna, como mínimo, superior a las mil millones de euros. Euro más, euro menos. Claro que dentro de esos 2043, los hay de muchos niveles, y si nos vamos a las 42 con más dinerito, resulta que entre ellos, -cuarenta y dos- tienen los mismos metales que 3700 millones de personas. Toma del frasco carrasco.
Debe existir algún error, pensé yo – de nuevo el optimismo irrefrenable que me desborda-, ¿cómo va a ser eso? Y analicé un ejemplo muy esclarecedor que podría valer para otras tantas empresas. Resulta una de las grandes firmas textiles de fama mundial, repartió el año pasado 658 millones en dividendos de beneficios. Guay para sus accionistas que ahora son aún más ricos. Pero no sabemos lo que pensará Anju, un empleado que trabaja para la firma y que vive en Bangladesh. El hombre cobra 900 dólares. ¿A la hora? No. ¿Al día tal vez? No. ¡Al mes! Que nooo. Al…¿año? ¡¡Correcto!! Eso sí, trabajando solo doce horas diarias, nos vayamos a creer que estos son unos explotadores. Pues ya lo sabemos, nuestro desconocido amigo Anju, cobra 2,4 euros al día…por doce horas de trabajo. No lo divido porque me dan arcadas.
Mola ¿no? Así también reparto yo dividendos, multiplicandos y la madre que…me callo que me pongo a disparatar. Pero hay más. Resulta que los ricos riquísimos, no contentos con esto, van y declaran la guerra a los pobres. Y en muchos casos, muchos países, no se atreven a aplicar medidas fiscales más agresivas a las grandes fortunas, no vaya a ser que bajen algún puesto en los rankings estos de las narices. Eso es también una especie de guerra contra los más desfavorecidos.
El propio presidente de los Estados Unidos ha denominado a los países más pobres del continente africano, “agujeros de mierda”. Y se queda en la mismísima gloria. Y él es precisamente una de las grandes fortunas del mundo. Y un agujero de…
Pero no me voy a enredar ahora con las estupideces del señor Trump (otro día que tenga el estómago mejor, que hoy ya lo tengo bastante revuelto). Y no voy a dar las cifras en España para no desalentar más a la peña, pero nuestra nombrada recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los ricos que a los más pobres. También es lo justo. No tenéis ni idea lo que cuesta mantener determinado ritmo de vida.
Ahora están reunidos los que mandan en la economía en la cumbre de Davos donde, una vez más, y ya hemos perdido la cuenta de cuantas van, aconsejarán un salario y un empleo dignos para los más pobres. A ver si hay suerte esta vez. El optimismo, que me sale a borbotones ¡oiga! Bueno, por si acaso, si os nace algún hijo, nieto o sobrino, miradle debajo del brazo. Ahora no traen un pan si no una cuenta corriente mil millonaria. Eso dicen.
J.L. Pinto