Con la que nos está cayendo y no gana uno para sofocones. Perdonen ustedes mi entrada un poco atropellada, pero ya van sabiendo como soy, y hay cosas que claman al cielo hasta el punto que todos los que lo habitan – al cielo me refiero- están de nosotros, los españoles, hasta donde acaba el Paraíso de tanto clamor desmedido.
Que no puede ser. Que uno hace sus planes y en un momento todo se va al traste. Resulta que tenía pensado arreglar cuatros cosillas de la casa y darle uno sorpresa a mi mujer en un viaje con unos dinerillos, poca cosa, que he ido guardando. Pues nada, que no va a poder ser. ¿Que por qué? ¡Ah! ¿pero no lo saben? Ahí voy: resulta que cada español tenemos una deuda contraída de 25.000 euros. ¿No me creen? Pues es tan verdad como que hay día y noche. Resulta que nos gastamos cada día, CADA DÍA, 90 millones de euros en intereses de la deuda pública. ¿A que se les ha quedado cara de » pero Juan Luis que me estas contando»? Todos los días. Que amanece, 90 millones. Que vuelve a amanecer, otros 90 millones. Así hasta la noche de las doce uvas.
Vamos a ver. Que nos cuentan que este año 2018, la deuda pública de nuestro país alcanzará los 37.000 millones de euros, euro arriba o euro abajo (ya me están empezando los sudores fríos). Sssh, todos quietos y quietas (en los dos géneros que después me afean la conducta), que ahora viene lo bueno. De esos 37.000 millones de euros, el 89.5%, o sea, 33.115 millones, son de INTERESES. Toma del bote boxeador – léase: chupa del frasco Carrasco -. ¿Quién dice que los españoles somos unos pasotas? ¿Eh? Es eso tener interés o no es eso interés? Pues ¿saben los que les digo? Que tendremos mucho interés pero aprender no aprendemos nada. Y el resto hasta los 37.000 millones, es el aumento real de la deuda anual. Para hacer pis y que no caiga ni gota.
Y claro, si se hacen las cuentas, pues eso, que resulta que cabemos a 25.000 euros por cabeza. Ya, ya, que eso es un «poner», que realmente no tenemos que pagarlo. Pues ya me contaran ustedes quien lo va a pagar. Servidor, por si acaso de arreglillos nada, y de viaje todavía menos. Me tendré que conformar con unos «pedritos» en la Campana. Sin tapa ni nada.
Dios, la que está cayendo.
JL Pinto