Hay personas que por desgracia nos son muy afortunadas cuando hacen declaraciones del tipo que sean o en el ámbito que sean, y para describirlas se utiliza la muletilla “cada vez que habla sube el pan”, y hay otras a las que les sucede todo lo contrario, o sea que cada vez que hablan o interactúan aciertan. En este segundo grupo se encuentra mi paisano Antonio Banderas. No es necesario que enumere las veces que a lo largo de su dilatada carrera ha sacado pecho y alma española en cualquier remoto lugar del planeta donde se encontrase, o sacar a relucir su sangre malagueña tanto dentro como fuera de España. Ese es Antonio, embajador eterno de lo español.
El último de esos gestos fue hace tan solo unas horas cuando durante la entrega de premios Emmy aplaudió de la manera conocida como ”palmas sordas”, utilizadas en el flamenco más puro para acompañar al cantaor o a algún sentido paso de baile. Posiblemente más de alguno de los presentes se preguntó que le sucedía a Antonio en las manos y él lo explicó de la forma mas sencilla: “Lo llevamos en la sangre. Todos en mi familia tocamos las palmas”. Esta frase, que circula en su twitter, está acompañada por un video en el que se le ve con su exmujer, su hija, su actual pareja y un par de amigos. Todos haciendo palmas sordas. Con arte.
Hace unos días tuve la oportunidad de encontrarme con él y darle un abrazo – como buenamente me permitió mi maltrecho hombro aún en recuperación. Venía de supervisar la marcha de las obras de su último proyecto: el nuevo teatro en el Soho malagueño. Otro granito más de su herencia cultural y malagueña.
Gracias Antonio. Eres grande, grande.
Yo por ti aplaudo como sea, con palmas sordas, alegres, repiqueteadas, clásicas o roqueras (si es que existen). Hasta romperme las manos.
J.L. Pinto