Ikemeso dansi

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 Sshh, sshh, oigan, que la que estudia japonés es mi hija no yo. Pero no quiero dejar de contarles un hecho, tan real como curioso que se produce en ese país con las costumbres más extrañas que uno se pueda imaginar. Como ustedes saben, es el pueblo nipón, o los empresarios,- que a uno nunca se le ha quedado claro- un pueblo, como decía, con una altísima dedicación a todo lo que tenga que ver con el trabajo, la productividad y esas cosas, algo que no estaría mal que más de uno y de una se aplicara por estas tierras.

Resulta que por tradición, cuando un japonés llora es que llora de verdad – como la española cuando besa- , y ese llanto aporta una enorme carga de energía negativa a todos lo que les rodea y perjudica la productividad de las empresas, pero también les sirve para soltar lastre y expulsar el estrés. Bueno, esto último no es exclusivo de los nipones, que una buena llantina a tiempo es mano de santo, de santo llorón. Y ahora viene la noticia.
Muchas de las más importantes empresas están incorporando una parada en la jornada laboral, como el que para para tomar el bocadillo, para que sus empleados lloren en grupo porque dicen que estrechan lazos. Para conseguir que los trabajadores pasen del reposo lacrimal al llanto más desgarrador, contratan a unos apuestos jóvenes para que les vayan retirando las lágrimas del rostro, esos son los Ikemeso dansi.
La demanda, especialmente, entre señoras y señoritas aumenta por días. Que la señora tiene estrés, tira de la guía telefónica y contrata el servicio de un ikemeso dansi. Que tu equipo ha perdido un partido clave, pues nada, ikemeso al canto y pelillos a la mar, y así todo lo que uno pueda imaginar.

Uno, que recuerda la costumbre de irse a tomar cañas con los colegas del trabajo, de ambos sexos, no deja de sonreír al leer esta noticia de nuestros vecinos lejanos, de este loco planeta llamado Tierra. Tengo que reconocer que en esas salidas a tomar cañas a veces llorábamos, pero normalmente era de la risa, contándonos anécdotas y chistes. Y cuantas más cervezas tomábamos, más fácil era la risa y el resurgir de las consiguientes lágrimas.

Servidor respeta a tope las costumbres de todos los pueblos, pero no me digan que esta de los Ikemeso dansi no es para llorar y no echar gota ¡Que planeta Dios mío, que planeta!

JL Pinto

Ikemeso dansi

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