Uno que se ha dedicado toda su vida a eso del turismo, ha vivido en los últimos años en primera persona, tanto dentro (Málaga, la ciudad en la que vivo), como fuera, en distintos países del mundo, la descontrolada masificación del turismo. Ya llevaba bastante tiempo sonando las alarmas en numerosos países y ciudades del mundo por ese “excesivo efecto de llamada” a los turistas. En ciudades como Venecia, Barcelona, París, Nueva York, y un largo etcétera, comenzaban a surgir movimientos anti-turistas, ya que a sus habituales moradores les era imposible ejercer de vecinos en su propia ciudad. Incluso en mi querida Málaga, sin llegar a tener movimientos anti turismo ( por el momento) ya se hablaba desde hace muchos meses de la posibilidad de “morir de éxito” ante tanto turista deambulando por nuestras calles y plazas.
Alguien se puede estar preguntando que a qué viene esta perorata reflexiva sobre el turismo con la que está cayendo estos dos últimos meses. Ahora voy.
Resulta que los países con más turismo del mundo son, por este orden, FRANCIA, E.E.U.U., ESPAÑA, CHINA, ITALIA, ALEMANIA, REINO UNIDO…¿les suena? Coincide con los países donde la presencia del COVD19 está teniendo una destacada incidencia. El sentido común me dice que algo tiene que venir ese trajinar de turista va y turista viene en todo este caos. No es que culpe al turismo de ello si no que quizás valga para poner blanco sobre negro lo que puede resultar obvio.
Como consecuencia de esta pandemia, hemos visto como prácticamente todas las ciudades del mundo quedaban vacías, como espectros de lo que fueron hace nada ellas mismas.
Dentro de todo lo malo, de tamaña catástrofe, algo bueno tenía que tener todo este desastre. Se acabaron las masificaciones de turistas, y por lo que se ve, a a partir de ahora todo va a estar mucho más dosificado. A nosotros, habitantes globales de este aldea llamada Tierra, nos ha obligado a realizar una cuarentena bien despachada, que cuanto menos nos ha hecho reflexionar sobre muchas cuestiones. Y por otra parte está el gran respiro que le hemos dado a la naturaleza que es que hasta el agujero ese enorme en la capa de ozono ha desaparecido totalmente. La contaminación ha bajado a mínimos históricos y la naturaleza ha recuperado, al menos durante dos meses, parte de su indispensable ritmo. Es como si alguien hubiese pulsado un botón de “resetear” en nuestro vapuleado planeta para volver a “rearrancar” después de una soberana lección de supervivencia.
Hace unos días el señor Trump señalaba , y aún continúa haciéndolo, a los chinos como responsables de la creación y propagación de este mortal virus, pero creo que debe apuntar mucho más arriba. Visto lo visto esto no es cosa de los chinos, esto debe ser cosa de Dios.
JL Pinto