Hace mas de trece millones de años, en el Mioceno, los homínidos ( ya saben, familias de primates que incluyen a los humanos) , ya habían evolucionado sustancialmente el tamaño del dedo pulgar. Parece que gracias a él, al dedo pulgar, pudieron desarrollar muchas habilidades para la manipulación de todo tipo de objetos, siendo más útil incluso que para realizar sus desplazamientos, ( acuerdénse de las pelis de Tarzan y las lianas; pues eso). Con el paso de los milenios ( siglos son una nimiedad para hablar de la evolución de las especies), el resto de la mano se les fue alargando y el dedo pulgar quedo del tamaño que conocemos en la actualidad.
¿ Y a qué viene la chapa que nos está dando este hombreen esta calurosa mañana de verano?, se preguntarán. Pues viene al caso, ahora referido directamente a nosotros, los humanos.
El uso que del dedo pulgar hemos hecho a lo largo de nuestra evolución, si dejamos a un lado en todo caso para Tarzan los desplazamientos en liana, han sido muy variados.
Especialmente conocido el uso que del mismo se le ha dado en el amamantamiento, para el personal “ordeño” de la ubre materna en nuestras etapas de bebe. Elemento indispensable también para el ordeño de animales, si no que le pregunten al abuelo de Heidi allá en las montañas. Quien no ha visto en las pelis de romanos a el Cesar de turno levantando o bajando el dedo pulgar para que el esclavo, martir o pringado de turno fuese ejecutado o librado del fatal desenlace. O también como hacemos en la actualidad para hacer la señal de “ok, de acuerdo, todo bien, etc..” levantando el dedo pulgar como los romanos pero sin túnica ni corona de laurel que adorne nuestras cabezas. Ahora en todo caso una gorra de esas que pone “ Make America great again”. Recuerden que estamos hablando de hominidos.
Y así ha continuado la evolución sin detenerse ni un momento.
Y hete aquí que nos encontramos desde hace varias décadas con el uso de los dos dedos pulgares de nuestras manos de manera simultánea, – cosa que hasta ahora rara vez había sucedido- , cuando nos ponemos a enviar mensajes en nuestros terminales móviles, algo que todos hacemos incontables veces a lo largo de cada día. Algunas personas han desarrollado tal velocidad de movimiento con los dos dedos, que deberían crear una especie de campeonato mundial, o incluso hacerlo deporte olímpico. Cosas extraordinarias de la evolución. Y en esas seguimos.
En fin, les dejo en paz de tanta chaladura y me voy un rato a la playa a comer unos espetos que, por supuesto, sujetaré firmemente con mis queridos y útiles dedos pulgares no sea que alguna sabrosa sardina acabe emborrizada de arena.
Feliz verano.
J L Pinto