¡Cuánto tiempo sin comentar nada sobre el proceso catalán! ¿No me echaban de menos? La verdad es que lo había dejado por puro aburrimiento. Desde el mismo momento en que lo intelectual dio paso a una especie de desafío para ver quien decía el desatino más grande decidí dejar de aburrirles. Todo enquistado. Nada nuevo bajo el sol.
Ahora, después del forzado, pero legítimo cambio de gobierno en España, – hemos recuperado un magnifico registrador de la propiedad- , parece que las aguas vuelven a removerse. Dicen que es parte del precio que el nuevo presidente va a tener que pagar por el apoyo a su moción de censura por parte de las fuerzas independentistas. Servidor, sin riesgo ya a padecer nauseas, se lo cree. Tengo más que claro que todo vale para obtener el poder –véanse las aguas enfangadas en las primarias en el Partido Popular- . Todo. Pero este es un tema para otra ocasión.
No perdamos la perspectiva y centrémonos en el caso del señor Puigdemont. Que resulta que los jueces del lander alemán Schleswig Holstein, han aceptado la orden de extradición cursada por el gobierno español – precisamente ahora y no antes –, pero corrigen nuestra demanda y dictaminan que sí a la posible malversación y desfalco de fondos públicos, necesarios para hacer el ilegal referéndum catalán, pero no aceptan que se haga por rebelión. ¿En que se basan para alcanzar esta conclusión los señores jueces alemanes? Pues en que durante aquellos revoltosos días de octubre pasado “no hubo batallas campales ni incendios, ni saqueos. No hizo falta emplear cañones de agua ni gas lacrimógeno ni tampoco se hizo uso de las armas reglamentarias…”, y se fuman un puro. O sea, que si no me llevo la pasta durante un hipotético atraco, es que soy un patoso de narices, pero no un ladrón. Y claro, está el señor Puigdemont y resto de tropa anti España exultantes. Sssh, oigan, que los alemanes dicen que nones y si lo dicen los alemanes… argumentan ahora los señores del proces. Y nuestro presidente que va y dice que sí, que de acuerdo, que lo importante es que lo juzguen nuestros jueces, aunque solo sea por no retirar las cacas del perrito. ¡Venga ya! Con los meses de cabreos y sobresaltos que nos hemos llevado. Menos mal que, nuestros jueces, especialmente el juez Llarena, apoyado por los fiscales, no cede ante sus colegas alemanes y no va a aceptar la extradición en esos términos. ¿Qué se han creído estos alemanes?
Por razones de tradición aceptamos que los niños vengan de Paris, minipunto para los vecinos pirenaicos, pero de ahí a aceptar que ,porque lo digan los alemanes, tenemos que rectificar nuestra demanda o incluso nuestras leyes va un trecho. Minipunto para Llarena.
Y don Pedro que tome buena nota. Continuará.
Jl Pinto